viernes, 15 de marzo de 2013
LA INFIDELIDAD
Pese a las promesas de
fidelidad que se hacen los enamorados, la mayoría termina sus vidas habiendo
sido infiel alguna vez a su pareja.
En muchas parejas
la fidelidad implica una complementariedad absoluta, y queda excluida la
relación con terceros. Pero, la relación con otros, no debería alterar la
confianza y sinceridad con la pareja. Evitar una situación de este tipo debe
ser de mutuo acuerdo, nunca debe estar fundada en un derecho de propiedad.
La fidelidad no se
mide desde los genitales, sino que depende de la confianza en la pareja, su
compenetración y unidad. En todo caso, conviene evitar implicarse en cosas
peligrosas o que podrían provocar rechazo o angustia. Las relaciones sexuales
con otras personas pueden ser aceptadas o rechazadas por la pareja de mutuo
acuerdo, siempre que no afecte o perjudique a las personas implicadas.
Aunque, el hecho de
tener relaciones extrapareja, pueda implicar un mayor riesgo de vincularse
afectivamente con otra persona; realmente, este riesgo siempre existe,
independientemente de si se producen contactos sexuales o no, puesto que
ninguno es exclusivo y los sentimientos pueden cambiar a lo largo del tiempo.
Esto hay que aceptarlo como una realidad, que le puede suceder tanto a la
pareja como a uno mismo. Pero, no por esto ha de tomarse el asunto como un
rechazo o una afrenta personal por parte
del otro.
El descubrimiento de una
infidelidad, antes que ser el origen de una disputa o incluso el desencadenante
de una ruptura, hay que tomarlo como una llamada de atención de que algo no
está funcionando en la relación de pareja. Si esta relación es deseada por
ambos y prevalecen los sentimientos de afecto, convendría revisar que está
pasando y por qué se ha llegado a esa situación. Y si lo que descubrimos es que
hay una falta de interés del uno por el otro, es preferible aceptar el tomar
rumbos independientes.
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