viernes, 7 de marzo de 2014
EL ENCUENTRO PERSONAL
Prueba a contemplar a tu pareja desde un ángulo
distinto, reconociendo en él o en ella al mismo amante divino. El hecho de
acercarte al compañero con la actitud de que “yo soy digno de amor y por tanto
tú también”, te proporciona inmediatamente una sensación de respeto mutuo. Como
tributo a este reconocimiento y para recordar el compromiso mutuo, practica
transmitir con tu saludo el significado es: “Rindo homenaje al dios que está en
tu interior”. Esto lo puedes hacer sintiendo esto de forma muy profunda y en el
mismo momento del saludo. El objetivo es decir al otro: “Te reconozco y te
rindo homenaje desde el fondo de mi corazón”. Este ejercicio te permite
alejarte del comportamiento y actitudes cotidianas, y así prepararte para
adentrarte en el momento de intima relación.
Antes de nada, has de ser consciente de que la única
vía que tienes para que el otro te comprenda, está en tu capacidad de
comunicarte. Comunicarte bien significa que tu receptor ha captado el mensaje
que quieres transmitirle y no otro. Para ello has de tener en cuenta la
coherencia entre los aspectos verbales y no verbales. Estos últimos, producidos
por tus gestos, miradas, tonos, son más importantes que las palabras. Si en
ocasiones eres malinterpretado, es mejor plantearte que el fallo está en la
emisión, y buscar formas alternativas para ser entendido correctamente. Algunas
personas creen que es mejor no expresar los sentimientos, lo consideran un
signo de debilidad. Pero, si no los expresas, y según sea su índole, los
sentimientos pasaran a ser un factor estresante y a largo plazo una
manifestación de ansiedad. Es uno de los componentes esenciales de la
comunicación. Es la única forma de suministrar a los demás la información adecuada
acerca de cómo te sientes (alegre, contento, triste, airado).
Manifestar lo que sientes da lugar a que puedas
comparar tu reacción frente a un hecho cualquiera, con el punto de vista y la
conducta de tu pareja frente al mismo hecho, ayudándole a exportar sus razones.
No puedes reforzar al otro cuando sus conductas te producen agrado si no
expresas lo que sientes.
Nos observaremos interiormente para comprobar si
existe algún temor o ansiedad que nos impida sentirnos tranquilos y relajados
en presencia de otra persona. Para ello, hemos de comunicarnos de manera
profunda a nivel verbal, ya que de no ser así, los problemas que no hayan
salido a flote nos mantendrán en tensión y seremos incapaces de confiarnos
mutuamente de forma global. El proceso de exponer y compartir los sentimientos
negativos ofrece una gran oportunidad para ampliar las posibilidades del acto
amoroso y a la vez las de la relación con el amante a nivel global.
Dedicar tiempo a hablar sincera y claramente, por
turnos, de vuestros sentimientos, esperanzas y miedos relativos a las
relaciones afectivas y la sexualidad. Cuando llegue tu turno, intenta hablar
francamente durante unos quince minutos. Cuando hable tu pareja, escucha
atentamente sin interrumpir. Respeta la vulnerabilidad de tu pareja. La mente
constituye la máxima resistencia para la entrega sexual. A menudo las personas
no consiguen entregarse sexualmente a causa de la interferencia de las
instrucciones mentales.
Reflexiona sobre un temor afectivo o sexual que
estas dispuesto a comentar con tu pareja. Después de prepararte para el
encuentro con la otra persona, os sentáis cómodamente cara a cara, sin tocase.
Os miráis a los ojos a lo largo de todo el ejercicio. Se trata de un ejercicio
verbal, por tanto no utilizar la música u otras distracciones. Para así
concentrar toda la atención en el otro. El que escucha no debe interrumpir al
que habla, excepto cuando no entiende lo que dice el otro y pide aclaraciones.
Para hacerlo en solitario, utiliza una grabadora de sonido, o hazlo escribiendo
en un diario.
Decidir quién será el miembro A y quién el B. B
pregunta a su pareja cariñosamente: “¿qué es lo que te da miedo en la
relación?” A tiene entre 5 y 7 minutos para responder, B controla el tiempo.
Intenta definir el temor en una o dos frases y explica brevemente una vivencia
reciente que ilustre este temor.
B escucha atentamente, para ello puede respirar
profunda y lentamente de forma relajada. De esta forma se sigue el hilo con más
neutralidad, sin sentirse implicado personalmente. Si te está planteando una
crítica, has de evitar protestar o justificarte. Quien escucha no hace más que
allanar el camino; su silencio solidario resulta tonificante para el que habla.
Si acaba antes del tiempo especificado, B puede mediar preguntándole: “¿hay
algo más que te asuste respecto al nuestra relación?” Pasados los siete
minutos, A finaliza la exposición. Cierra los ojos y respira profundamente. B
le pregunta: “¿Estás dispuesto a superar los límites que tenías marcados?”
Si A responde positivamente, se toma el tiempo
necesario para imaginarse el entorno en que puede desarrollarse el acto amoroso
sin los temores antes mencionados. Lo vive plenamente en la imaginación,
desarrollándose con ternura y el máximo placer. Si la respuesta es negativa,
admite que necesita mantener los límites de autoprotección. Tranquilízate
comprendiendo que os hace falta repetir unas cuantas veces el ejercicio antes
de dar un paso adelante.
Seguidamente cambiar los papeles y repetir todo el
proceso anterior. No se trata de elaborar una lista de temores, sino de
compartir una o dos vivencias de los mismos con el otro. Acabar con un saludo
sincero y un abrazo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario