viernes, 7 de marzo de 2014
PARA AUMENTAR LA EXCITACIÓN DE LA MUJER
A no ser que puedas disfrutar, no puedes ayudar a
nadie a disfrutar. A no ser que estés realmente contento contigo mismo, no
puedes ayudar a los demás; no puedes ayudar a que otros estén contentos. A no
ser que reboses de tu propia dicha, eres un peligro para la sociedad, porque
una persona que se sacrifica, siempre se vuelve sádica. Disfruta; sé dichosa.
Y cuando estés rebosante de tu propia dicha, esa dicha les llegará también a
los demás.
¡Sé feliz! Y el acto sexual, el acto del amor, puede
ser una de las formas más profundas de lograr la dicha. El sexo puede ser una
fuente de dicha. Y una vez que conoces esa dicha, puedes seguir adelante,
porque ahora estás asentada en la realidad. No tienes que permanecer con el
sexo para siempre, pero puedes usar el sexo como un punto de partida.
En la vida humana el acto sexual es el único acto
en el que llegas a sentir una no-dualidad; en el que llegas a sentir una profundad
unidad, en el que el pasado desaparece y el futuro desaparece y sólo el
momento presente -el único momento real- permanece.
El sexo existe como una profunda posibilidad, una
gran potencialidad. iÚsalo!. Vivimos en una sociedad neurótica en la que todo
el mundo está triste. Cuando estás triste, todo el mundo se siente feliz
porque puede compadecerte. Cuando eres feliz, todo el mundo se siente confuso.
Tu felicidad no es mala; es buena. iNo es pecado! Sólo la tristeza es pecado,
sólo ser desdichado es pecado. Ser feliz es una virtud, porque una persona
feliz no creará desdicha en los demás. Sólo una persona feliz puede ser una
base para la felicidad de los demás.
Una persona que está reprimiendo el sexo es más
sexual que una persona que se está entregando a él, porque mediante la
complacencia la energía se libera. Mediante la represión, sigue ahí, entrando
en tu sistema continuamente. Una persona que reprime el sexo empieza a ver sexo
por todas partes. No es que todo sea sexual, sino que ahora él proyecta. A
cualquier parte que mire verá sexo, y como está condenándose a sí mismo,
empezará a condenar a todo el mundo.
Una vez que conoces el secreto, puedes trascenderlo,
porque, en realidad, en un profundo orgasmo sexual no es el sexo lo que te da
dicha, sino otra cosa. El sexo es sólo una situación. Otra cosa te está dando
la euforia, el éxtasis. Esa otra cosa puede ser dividida en tres elementos.
Debido a estos tres elementos, llegas a un momento de dicha en el sexo. Estos
tres son, en primer lugar, la intemporalidad: transciendes completamente el
tiempo. No hay tiempo. Te olvidas completamente del tiempo; no hay pasado, no
hay futuro. En este mismo momento, aquí y ahora, está concentrada toda la
existencia. Este momento se vuelve el único momento real.
En segundo lugar, en el sexo por primera vez pierdes
tu ego, te quedas sin ego. De modo que todos los que son muy egotistas,
siempre están en contra del sexo, porque en el sexo tienen que perder sus
egos. Ya no estás, ni tampoco el otro. Surge una nueva realidad, surge una
nueva unidad en la que los dos que había se han perdido completamente.
Y en tercer lugar, en el sexo eres natural por primera
vez. Lo irreal se pierde, los rostros, las fachadas se pierden; la sociedad,
la cultura, la civilización, se pierde. Formas parte de la naturaleza.
Simplemente estás flotando: eres llevado por la corriente.
Estas tres cosas te proporcionan el éxtasis. El sexo
es sólo una situación en la que sucede naturalmente. Una vez que conoces y una
vez que puedes sentir estos elementos, puedes crear estos elementos
independientemente del sexo.
Si tu acto sexual es para desahogarte; es
simplemente como soltar un buen estornudo. Sueltas la energía y te sientes
aliviado. Es destructivo, no es creativo. Es bueno..., terapéutico. Te ayuda a
estar relajado, pero nada más.
El acto sexual no es para desahogarse, no es para
soltar energía. Es para permanecer en el acto sin eyaculación, sin soltar
energía; para permanecer en el acto fundido...; en la parte inicial del acto,
no en la parte final. Esto cambia la cualidad; entonces la cualidad entera es
diferente.
Hay dos tipos de clímax, dos tipos de orgasmo. Un
tipo de orgasmo es conocido. Llegas a una cima de excitación, y no puedes ir
más allá: ha llegado el final. La excitación alcanza un punto en que deja de
ser voluntaria. La energía salta en ti y sale. Te liberas de ella, quedas
aliviado. Sueltas la carga; te relajas y te duermes. Éste es un tipo de
orgasmo: llegar a la cumbre de la excitación.
Si llamamos al primer tipo «orgasmo cumbre», al otro
tipo de orgasmo lo puedes llamar «orgasmo valle». En él no estás llegando a la
cumbre de la excitación, sino al valle más profundo de la relajación. Los dos
tienen que usar la excitación al principio. Por eso digo que al principio ambos
son iguales, pero al final son totalmente diferentes. Los dos tipos tienen que
usar la excitación: o vas hacia la cumbre de la excitación o al valle de la
relajación. Para el primero, la excitación tiene que ser intensa: cada vez más
intensa. Tiene que seguir aumentando; tienes que ayudarla a que vaya creciendo
hacia la cumbre. En el segundo, sólo hay excitación al principio. Y una vez que
el hombre ha entrado, tanto el amante como la amada pueden relajarse.
No es necesario ningún movimiento. Pueden relajarse
en un abrazo amoroso. Cuando el hombre o la mujer sienten que la erección se va
a perder, sólo entonces se requiere un poco de movimiento y de excitación. Pero
luego relájate otra vez. Puedes prolongar este abrazo profundo durante horas
sin eyaculación, y luego los dos podéis dormiros profundamente, juntos. Esto
-esto- es un orgasmo valle. Los dos están relajados, y se unen como dos seres
relajados.
Cuando estás en un profundo abrazo con la persona
que amas, puedes olvidarte del otro. Sólo entonces te olvidas del otro. Un
hombre olvida que existe la mujer; una mujer olvida que existe el hombre. Sólo
en un abrazo profundo el otro deja de existir, y cuando el otro deja de
existir, tu energía puede fluir fácilmente.
En el sexo, estás relajándote en él, no
controlándolo. Si lo estás controlando, no habrá relajación. Si lo estás
controlando, tarde o temprano tendrás prisa por acabar, porque el control es un
esfuerzo. Y todo esfuerzo crea tensión, y la tensión crea una exigencia, una
necesidad de desahogo. Simplemente no tienes prisa, porque el sexo no está
sucediendo para llegar a alguna parte. Es sólo un juego; no hay una meta. No
hay que lograr nada.
Pero un
hombre que siempre, en todo acto, está presente totalmente... Si tienes prisa
en todo, también tendrás prisa en el acto sexual, porque tú estarás presente.
Una persona que sea muy consciente del tiempo, también tendrá prisa en el acto
sexual: como si estuviese perdiendo el tiempo. No puede haber sexo instantáneo.
No es un trabajo y no es algo que puedas acelerar. Con la prisa lo destruirás;
te perderás toda la oportunidad. Disfrútalo, porque mediante el sexo se puede
sentir una intemporalidad. Si tienes prisa, entonces la intemporalidad no se
puede sentir.
Esta
ausencia de prisa es básica para crear el valle; de otra forma se creará la
cumbre. Y cuando se dice esto, no significa que tengas que controlar. No tienes
que controlar tu excitación, si la controlas, estás creando una excitación
doble. ¡Relájate! Tómalo como un juego; no lo concluyas.
Durante el acto, cierra los ojos. Siente el cuerpo
del otro, siente la energía del otro fluyendo hacia ti y fúndete con ella,
disuélvete en ella. Puede que el viejo hábito persista durante unos pocos días;
luego se irá. Pero no lo fuerces a que se vaya. Simplemente sigue relajándote,
relajándote, relajándote, y si no hay eyaculación no pienses que algo ha ido
mal. Simplemente relájate.
Cuando hablo del «acto sexual» parece que necesitas
un esfuerzo. iNo lo necesitas! Simplemente empieza a jugar con tu amada o tu
amante. Sentías mutuamente, sed sensibles el uno al otro, igual que niños
pequeños jugando o perros jugando, animales jugando. Sigue jugando, y no
pienses en el acto sexual en absoluto. Si piensas en ello, ya te estás
adelantando a ti mismo; estás jugando con la persona a la que amas, pero estás
pensando en el acto sexual. Entonces el juego es falso. No estás aquí, y la
mente está en el futuro.
Como primer paso para alcanzar el orgasmo,
familiarízate con tu propia anatomía sexual y con aquello que te resulta
excitante. Explora las distintas áreas de todo tu cuerpo así como las de tu
vagina, interna y externamente. Averigua en qué puntos responde tu cuerpo al
tacto y cómo reacciona ante diferentes tipos de caricias. Utiliza un vibrador
para estimular tu punto G, utiliza tu músculo PC para llevar a cabo
contracciones y relajaciones rítmicas. Si eres capaz de darte placer a ti misma
será más fácil que ayudes a tu pareja a hacer que lo sientas.
Si respondes bien ante la estimulación del clítoris
no tengas miedo de practicarla al hacer el amor y ajusta tu postura para que
aumente. O muéstrale a tu pareja cómo tocarte ahí. La estimulación simultánea
de pezón y clítoris o de clítoris y punto G con manos, boca o pene puede ayudar
a aumentar la excitación.
El órgano sexual más grande, tanto en hombres como
en mujeres, es la mente, y por lo tanto es esencial que creas que eres capaz de
experimentar un placer intenso. Estimula tu ser sensual creando el estado de
ánimo y el ambiente necesarios con velas, música, o cualquier cosa que te
excite. Prueba distintos lugares y horas del día. Explora y experimenta con
literatura, fotografías o películas eróticas. Tu imaginación siempre ayudará a
aumentar tu deseo y excitación.
Di con claridad lo que te gusta y lo que te da
placer, y dale las gracias a tu pareja cuando haga lo que deseas. Si te gusta
que te froten, aprieten o masajeen en el clítoris, díselo a tu pareja. Si te
gusta que tu pareja te susurre al oído, o que te den azotitos en las nalgas, o
que te chupen los dedos de las manos o los pies, cualquier cosa que te excite,
atrévete a pedirlo.
Si quieres lubricarte para aumentar la sensación,
utiliza tu propia saliva o la de tu pareja, o aceite lubrificante.
La respiración también puede ser un gran recurso
para aumentar la excitación. Realiza respiraciones rítmicas y profundas, sin
forzarte, para abrir tu pecho y vientre. Emitir sonidos es otra manera efectiva
de aumentar los niveles de energía sexual.
No tengas miedo de tocarte frente a tu pareja. Si te
estimulas a ti misma, no sólo le resultará educativo, sino que también puede
ser muy excitante.
El jugueteo es una técnica que puedes utilizar, ya
sea contigo misma o con tu pareja. Cuando alcances el punto de deseo moderado detén
la estimulación hasta que la excitación disminuya (pero no dejes que
desaparezca por completo) y después aumenta la estimulación de nuevo y detente
otra vez. Repite esto aumentando lentamente cada vez la intensidad de tu placer
y expectación. Si experimentas un orgasmo tu energía sexual se encontrará en
alto; y si después continúas la estimulación es posible que consigas alcanzar
otro orgasmo, con este mismo método de estimular y detenerte. Tu pareja también
puede provocarte colocando su pene en la entrada de tu vagina, moviéndose
lentamente hacia la penetración y deteniéndose en posiciones que estimulen el
punto G.
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