Una vez tengas adecuado tu entorno, te
sitúas cómodamente y crea en tu mente una imagen o idea sexualmente estimulante
y visualízala de forma real sin dejar que ningún otro pensamiento te descentre.
Comienza acariciándote las zonas más
sensuales, tales como la cara, los cabellos, el abdomen, la pelvis, muslos,
deteniéndote en cada una de ellas disfrutando del contacto de tus manos, hasta
llegar a la zona genital, ve acariciando primero suavemente y luego con más
intensidad los testículos y el pene, o en los labios vaginales en el caso de la
mujer, recreándote en las sensaciones placenteras. A medida que la sensación
sexual aumenta, incrementa la presión, puedes utilizar un lubrificante para
acentuar las sensaciones. Cuando toques los labios mayores y menores, el
clítoris y el interior de la vagina comienza haciéndolo suavemente y según
valla aumentado las sensaciones sexuales aumentas la presión.
Mantén una respiración rítmica y haz que
siga creciendo la tensión sexual. Cuando notes un nivel elevado de excitación,
mueve la pelvis rítmicamente (tal como se describe en el ejercicio “Balanceo
pelviano”, empujando hacia atrás y hacia arriba.
No dejes de centrarte en tus sensaciones
sensuales, sin atender cualquier otro pensamiento distractivo. Cuando sientas
llegar al momento cúspide de tu excitación, incrementa el ritmo de tu
respiración jadeando, tensando los músculos puboccigeos y aumentado el ritmo
del contacto con el pene, dejándote invadir por la fantasía sexual.
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