Consulta de psicología y sexología

Consulta de psicología y sexología
www.espaiterapeutic.com

viernes, 7 de marzo de 2014

VISUALIZACIÓN DEL AMOR

Cuando estás profundamente ena­morado, tu mente deja de existir. No hay pasado; tan sólo el momento presente se vuelve todo. Cuando estás poseído por el amor, el presente es el único tiempo, el ahora lo es todo: no hay pasa­do, no hay futuro.
Cuando dos personas están enamoradas, cuanto más profundizan en ello, menos y menos son dos, más y más se vuelven uno. Y llega un momento en que se llega a un punto máximo en que sólo son dos en apariencia. Internamente son uno; la dualidad es transcendida.
El amor es la única realidad en nuestra experiencia que se acerca más a lo divino. Porque en el amor se siente la unidad. Los cuer­pos siguen siendo dos, pero algo más allá de los cuerpos se funde y se vuelve uno.
Es por eso por lo que se anhela tanto el sexo. Lo que de verdad se anhela es la unidad, pero esa unidad no es sexual. En el sexo, dos cuerpos tie­nen sólo una engañosa sensación de volverse uno, pero no son uno; simplemente están unidos. Pero, por un solo momento, dos cuerpos se olvidan de sí mismos en el otro, y se siente una cierta unidad fí­sica. Este anhelo no es malo, pero quedarse en él es peligroso. Este anhelo muestra un ansia más profunda de sentir la unidad.
Cuando estás profun­damente enamorado, te encuentras por vez prime­ra con la realidad interna. Cuando es­tás enamorado, el cuerpo de la persona que amas se desvanece, desaparece. La forma ya no está, y se revela lo sin forma. Estás ante un abismo. Es por eso por lo que tenemos tanto miedo al amor. Podemos hacer frente a un rostro, podemos hacer frente a una forma, pero nos asusta hacer frente a un abismo.
Cuando vemos a alguien desde el exterior, es un cuerpo. El amor penetra en el inte­rior, y entonces ya no vemos a la persona desde el exterior. El amor puede ver a una persona tal como la persona se ve a sí misma desde el interior. Entonces la forma desaparece.
Nosotros no sabemos que el mundo es portentoso. Todo es simplemente repetitivo: sin prodigios, sin poesía, tan sólo prosa insípida. No crea una can­ción en ti; no crea una danza; no trae a la vida la poesía interna. El universo entero parece mecáni­co. Los niños lo miran con ojos maravillados. Cuando los ojos están maravillados, el universo es portentoso. Cuando estás enamorado, te vuelves de nuevo como los niños.
Cuando entras en el amor, en el mundo profun­do e íntimo del amor, la persona desaparece, la for­ma desaparece, y la persona amada se vuelve sim­plemente una puerta al universo.
Respira profundamente varias veces y relájate... Comienza a imaginar que en este momento eres un escritor que está escribiendo un libro. Es un libro en el cual tú mismo eres el protagonista junto con muchas de las personas que han participado en tu vida y la ha conformado tal como es.
Has llegado a un punto en el texto en que necesitas identificar a alguien que tú sepas que te ama... Busca entre las personas de tu vida, entre las relaciones presentes o pasadas, familiares, o amigos, maestros, compañeros y conocidos, hasta que encuentres a esa persona que tú sabes que te quiere o que sabes que le gustas o te gusta.
Imagina que estás sentado frente a un escritorio donde hay una máquina de escribir o una computadora, papel, lápices. Frente a ti ves una ventana amplia que da a un jardín. Allí en el jardín, ocupada en alguna actividad propia, está esa persona especial que tú sabes que te ama, que le gustas, que te gusta.
En el libro que estás escribiendo has llegado a la parte en donde te toca describir a esa persona. Te apoyas en el respaldo de la silla y la miras, pensando en cómo expresar en verbo e imágenes aquello que diferencia a esa persona de las demás, en encontrar palabras que permitan al lector percibirla tal como tú la percibes. Empieza a describir sus características, su forma de hablar, su aspecto físico, sus gestos, sus actividades típicas, todo lo que hace que esta persona sea la persona que es. Su sentido del humor, su forma de moverse, su inteligencia, sus estados de ánimo, su manera de pensar y actuar, todo lo que hace que esta persona sea única en el mundo. Y escucha tu propia descripción, percibe los sentimientos que surgen y fluyen a medida que observas a esta persona del otro lado de la ventana.
Una vez terminada la descripción, imagina que te desplazas del lugar en que estás y comienzas a flotar alejándote del escritorio y dirigiéndote hacia el jardín.
Te acercas cada vez más a esa persona que está allí afuera hasta convertirte tú mismo en ella. En tu imaginación, ahora tú eres ella...Dejas la actividad que te ocupaba y, desde el jardín, miras hacia la ventana. A través de la ventana te ves en tu ubicación anterior, frente al escritorio escribiendo el libro.
Te observas a través de los ojos y el corazón de ese ser, quizás viendo por primera vez que es lo que ve una persona que te ama, que le gustas, que te gusta, cuando te mira... Escucha atentamente y oye cómo una persona que te quiere describe tus gestos, tu forma de hablar, tu aspecto... Viéndote a través de los ojos de alguien que te ama, que le gustas, descubres características y cualidades que desconocías en ti, rasgos que tal vez no percibías o que considerabas defectos...
Observándote a través de los pensamientos, percepciones, emociones y recuerdos de alguien que te quiere, descubres que eres digno de mucho amor que eres alguien que enriquece la vida de otras personas por el solo hecho de ser tú mismo... Registra todo cuanto esta persona aprecia y valora en ti.

Luego vuelve a tu propio ser recordando plenamente quién eres para alguien que te ama. 

No hay comentarios: